
Los estilos de apego: ¿son genéticos o aprendidos?
El apego es un aspecto fundamental de nuestras relaciones humanas. Desde la infancia, desarrollamos una manera particular de vincularnos con los demás que influirá en nuestra vida adulta, especialmente en nuestras relaciones de pareja y amistad.
Una de las grandes preguntas sobre el apego es: ¿nacemos con un estilo de apego determinado o lo aprendemos a lo largo de nuestra vida? En este artículo exploraremos la influencia de la genética y el ambiente en la formación de los estilos de apego y cómo, independientemente de su origen, podemos modificarlo para tener relaciones más sanas.
Contenidos
Toggle¿Qué es el apego y por qué es importante?
El apego es el vínculo emocional que desarrollamos con las personas más cercanas a nosotros, especialmente en la infancia. Esta teoría fue desarrollada por John Bowlby, quien propuso que los bebés establecen un apego con sus cuidadores como una estrategia de supervivencia.
El apego no solo influye en la infancia, sino que moldea la manera en que nos relacionamos con los demás en la adultez, especialmente en nuestras relaciones amorosas.
Existen cuatro estilos principales de apego:
- Apego seguro: confianza en los demás y en uno mismo, comodidad con la cercanía emocional.
- Apego ansioso: miedo al abandono, necesidad constante de validación y atención.
- Apego evitativo: incomodidad con la cercanía emocional, tendencia a la autosuficiencia extrema.
- Apego desorganizado: combinación de ansiedad y evitación, dificultad para establecer relaciones estables.
La pregunta clave es: ¿estos estilos de apego vienen determinados por nuestra genética o los aprendemos a lo largo de la vida?
¿El apego es genético?
La genética influye en aspectos de nuestra personalidad y comportamiento. Algunos investigadores han estudiado la posibilidad de que nuestro estilo de apego tenga una base genética.
Estudios sobre genética y apego
Investigaciones con gemelos han encontrado que hay cierta influencia genética en la forma en que las personas responden emocionalmente al apego. Por ejemplo, un estudio publicado en Behavior Genetics encontró que los gemelos idénticos (que comparten el 100 % de su ADN) tienen más probabilidades de compartir un estilo de apego similar que los gemelos fraternos (que solo comparten el 50 % de su ADN).
Este hallazgo sugiere que la genética puede predisponernos a ciertos rasgos emocionales, como la sensibilidad al rechazo o la tendencia a la ansiedad en las relaciones.
Influencia de los neurotransmisores en el apego
Los estudios han encontrado que la oxitocina y la dopamina, neurotransmisores relacionados con el placer y la conexión social, juegan un papel importante en el apego. Algunas personas pueden tener variaciones genéticas que afectan la forma en que su cerebro responde a la cercanía emocional, lo que podría influir en su estilo de apego.
Por ejemplo, personas con una menor producción de oxitocina pueden tener más dificultades para confiar en los demás y desarrollar relaciones profundas.
Sin embargo, aunque la genética puede influir en nuestra tendencia a sentir seguridad o ansiedad en las relaciones, no determina por completo nuestro estilo de apego. Aquí es donde entra en juego el ambiente.
¿El apego es aprendido?
Si bien la genética puede predisponernos a ciertas respuestas emocionales, la forma en que interactuamos con nuestros cuidadores en la infancia es el factor más influyente en el desarrollo del apego.
1. El papel de los cuidadores en el apego
La forma en que nuestros padres o figuras de apego respondieron a nuestras necesidades emocionales cuando éramos niños moldea la manera en que aprendemos a relacionarnos con los demás.
- Si nuestros cuidadores fueron atentos, consistentes y afectuosos, es más probable que desarrollemos un apego seguro.
- Si fueron inconsistentes, impredecibles o sobreprotectores, podemos desarrollar un apego ansioso.
- Si fueron distantes, fríos o nos enseñaron a no depender de los demás, podemos desarrollar un apego evitativo.
- Si hubo abuso, negligencia o experiencias traumáticas, es más probable que desarrollemos un apego desorganizado.
2. La neuroplasticidad y el aprendizaje del apego
Nuestro cerebro tiene la capacidad de adaptarse y cambiar a lo largo de la vida, un fenómeno conocido como neuroplasticidad. Esto significa que aunque hayamos aprendido un estilo de apego poco saludable en la infancia, podemos modificarlo en la adultez a través de nuevas experiencias y trabajo personal.
¿Qué pesa más: la genética o el ambiente?
La mayoría de los estudios concluyen que el apego es más aprendido que genético. La genética puede influir en ciertos rasgos de personalidad que afectan nuestra forma de vincularnos, pero el factor más determinante es la calidad de nuestras relaciones en la infancia y la adultez. Se estima que la influencia genética en el apego es de aproximadamente un 30 %, mientras que el entorno y las experiencias de vida representan el 70 % restante.
Esto significa que, aunque tengamos una predisposición genética a sentirnos inseguros o ansiosos en las relaciones, podemos cambiar nuestro estilo de apego a través del aprendizaje y la experiencia.
Cómo cambiar nuestro estilo de apego
Si sientes que tu estilo de apego te genera problemas en tus relaciones, hay formas de modificarlo para desarrollar un apego más seguro.
1. Autoconocimiento y reflexión
El primer paso es identificar cuál es tu estilo de apego y cómo influye en tu forma de relacionarte. Algunas preguntas útiles son:
- ¿Cómo reacciono cuando siento que alguien se aleja de mí?
- ¿Me siento cómodo con la intimidad emocional o prefiero mantener distancia?
- ¿Suelo buscar constante validación en mis relaciones?
- ¿Evito el compromiso por miedo a depender de alguien?
Tomar conciencia de estos patrones es el primer paso para cambiarlos.
2. Terapia y reestructuración del apego
La terapia es una herramienta clave para modificar el apego. Un terapeuta especializado puede ayudarte a:
- Identificar las experiencias de infancia que moldearon tu estilo de apego.
- Aprender nuevas estrategias para regular tus emociones en las relaciones.
- Construir una nueva narrativa sobre tus relaciones y autoestima.
3. Relaciones seguras y saludables
Rodearse de personas que fomenten un apego seguro puede ayudar a modificar nuestra forma de relacionarnos. Las relaciones con personas que ofrecen estabilidad, confianza y apoyo emocional pueden reprogramar la forma en que percibimos la intimidad y la cercanía.
4. Trabajo en la autoestima y regulación emocional
Aprender a validar nuestras propias emociones, establecer límites y manejar la ansiedad en las relaciones nos permite desarrollar un apego más seguro y saludable.
Conclusión: El apego se puede cambiar
Si bien la genética puede influir en ciertos aspectos de nuestra personalidad y nuestra respuesta al apego, nuestro estilo de apego es principalmente aprendido y, por lo tanto, modificable.
No estamos condenados a repetir patrones de apego poco saludables. Con autoconocimiento, terapia y relaciones seguras, podemos desarrollar una forma de vincularnos más saludable y satisfactoria.
El apego no es un destino fijo, sino un camino en constante evolución.
Bibliografía sobre apego
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Víctor Cerón Psicólogo
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